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Dreamer, el secreto de vivir soñando...

Perdiendo esperanzas...

Perdiendo esperanzas...

Hoy es un día triste, hoy siento que soy un poco menos niño que ayer, hoy el calendario tiene los días más grandes, oigo el crujir de la arena del reloj perderse entre mis recuerdos, mis pies pisan el suelo con más fuerza que nunca y siento que pierdo esa ilusión que siempre he arrastrado conmigo a pesar del paso de los años. Me descubro con los ojos cerrados, la brisa remueve mis ideas, pero el ocaso amoroso parece perder su magia.

Realmente siempre he soñado con un amor verdadero, quizás lo soñé demasiado idílico, pero era lo que quería para mi vida. Después de tanto tiempo, empiezo a creer en la utopía de mis ideas, me vence el desánimo y cesa la búsqueda. A partir de hoy no creo en el amor, cuánto menos no creo como yo lo he soñado siempre, no creo como ayer. No seguiré suspirando por el olor a pasión, por las mariposas en el estómago ni por un simple te quiero. Hoy pensaré en mí y sólo en mí, no voy a seguir soñando mi vida en dos.

Cuando llega un nuevo amor siento que no es el regalo que este niño espera con ansia, y cuando realmente me ponen en la mano ese amor soñado en forma de globo, lo veo escaparse volando de mi mano sin poder detenerlo. En ese instante tal como hoy, es cuando me doy cuenta que ese sueño no es para mí. Siento que el escepticismo empieza a poseerme penetrando por cada poro de mi piel, pugnando duramente con mi enferma ilusión que se resiste a ceder pero, ¿por cuánto tiempo?

Espero que el destino me reserve un sobresalto que cambie la decadencia de mi esperanza.

Y con esta urgencia, volvemos al título…

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