¿Quién me ha robado el mes de Enero?
Lo he perdido y tendré que ir a buscarlo a los bajos del calendario, cogiendo el metro, husmeando en los túneles subterráneos. Viajeros al tren. Quizás lo haya perdido en el descosido del bolsillo izquierdo del abrigo o haya rodado escaleras abajo desde un segundo piso. Pero la cuestión es que lo he perdido. Y no he perdido un día, ni dos, ni tres... se me ha perdido todo el mes.
Sé que todos perdemos algún día: Pablo perdió un día de noviembre. Poco tiempo después se tropezó con él. Andaba colgado de su bufanda, oliendo a flores secas y a silencio. Sofía perdió una tarde de verano, del mes de agosto, creo recordar. La reencontró días después caminando por las calles vacías de París. A Mario se le extravió un día de mayo. Y su caso fue peor porque era su cumpleaños. Ese día, Mario no cumplió los 21 y vive siempre un año por detrás de los demás, un año más joven. Maria José perdió una noche de diciembre. Era una cena con amigos, una de estas reuniones de Navidad. Por suerte pudo recuperarla en reuniones posteriores, aunque se perdió el sonido de los villancicos en sus "maravillosas" voces.
Quizás sólo deba esperar a que vuelva por sí sólo, o saber por qué motivo se perdió, si realmente mereció la pena. O mejor deba acercarme a la Oficina de Objetos Perdidos, donde conservan todo lo que ha perdido a su dueño hasta que este se acerque a reclamarlo. En sus estanterías hay meses de verano de estudiantes que van para septiembre, relojes de arena sin arena, hay sombras que buscan su cuerpo, como la de Peter Pan, hay calendarios de años bisiestos, monedas antiguas y también espejos, hay túneles oscuros que han perdido su tren expreso. Pasaré por allí un día de estos...
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