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Dreamer, el secreto de vivir soñando...

Muriendo...

Muriendo...

Qué pasaría si la muerte llamara a mi puerta, se fuera desmembrando, hasta llevarme? Una pelea en vida aún, contra ella, aquel que ganase decidiría sobre el otro. El cual sería más fuerte y poderoso, si ganase la vida: Volvería a estar más vivo, volver a vivir las cosas con más intensidad, más ímpetu, más ganas.

Pero si ganase la muerte, me llevaria como vine al mundo, de la misma forma que cuando nací, sin consciencia, mas yendo a otra consciencia. Pero eso sí, no desearía que se llorase por mi, o se estuviera triste o con ganas de nada, simplemente que recordaran mi sonrisa, y rieran conmigo, siempre que esta llegase en el momento preciso.

Pero qué pasa cuando la muerte llega antes de tiempo, cuando no la esperas? Realmente creo que nunca se espera y se está preparado para ello. Pero pongamos que lo estoy, que sé que va a venir, cambiaria eso en algo mi relación con la gente que me rodea y para con el mundo?...Diria más te quiero, sería más alegre, más generoso?

Sin embargo hay veces que no gana la vida, ni la muerte. Y ahí queda esa persona, entre el todo y la nada, con el alma partida en dos y el instinto vegetativo. Qué es de una vida sin consciencia? Quiero decir, es realmente esa persona que delira la que yo he conocido toda mi vida? Es esa persona que no se vale por si misma todo el vendaval de carácter que fue durante toda su existencia?

Hoy quiero cogerte la mano, abrazarte, darte calor, decirte que te quiero y recordar con sólo una mirada que soy tu sangre, que tú has dado vida a quién me ha dado vida. Sentirte cerca, que te sepas protegida como probablemente nunca te hayamos transmitido, y como tú nunca supiste transmitirnos a nosotros.

Ilusiones, quimeras en la distancia, deseos imposibles...

Cierro los ojos y llegais vosotros. He corrido impaciente al salir de la escuela porqué hoy llegabais a visitarnos. El 205 cinco de mis amores aparcado delante de la puerta, el olor a chocolate caliente, el calor familiar, los papeles de regalo y los besos y los abrazos...

Aún recuerdo cuando aún era un niño y simplemente sonreíamos...

Hoy somos cenizas de todo aquello...

2 comentarios

Carlitos -

Tienes razón, realmente es difícil verlo así cuando sientes como la arena se te escurre de entre las manos lentamente. Poco a poco se van apagando las luces de la sala y se acabará la película, y comenzará otra...y así se va escribiendo el camino. Plagado de recuerdos, de sonrisas y lágrimas, pero siempre avanzando sin poder, y sobretodo sin querer olvidar eso que ha formado parte d ti y que hoy no está, hoy sólo existe en tu pensamiento. Tú tuviste la mala suerte de ver irse a una persona joven, pero bueno, imagino que cuando la muerte roza a alguien que amas la gente carece de edad...De momento esa persona sigue aquí, y voy a intentar no lamentarme antes de que ocurran las cosas, aunque en la distancia todo es un poquito más difícil. Bueno, una vez más, y como siempre, será el tiempo el que marque el ritmo y le de sentido a esta situación. Mientras tanto, muchísimas gracias. Tus palabras son un pequeño bálsamo, siempre, pero más en estas situaciones. Un beso enorme niña...Y sí, sin duda, las cenizas son restos de un fuego que un día existió y dio calor a todos los que lo rodearon...

Rebeca -

Se exactamente como te sientes y te entiendo. Cuando ves partir a alguien querido con el que has compartido tantas cosas, la vida se desmorona y el mundo se te cae encima sin saber que hacer, que pensar, como reaccionar en cada momento. En pocos dias hará ya tres años, tres largos años, que perdí a un ser muy querido, joven, con toda la vida por delante y con muchas cosas por enseñarme. Para mi era una parte de mi ser, de mi existencia, de mi vida, de mis recuerdos de niñez y de mis planes de futuro. Alguien que me habia dado, a su manera, toda su esencia, su cariño, su amor...aunque no era muy expresivo dejaba ver sus sentimientos de vez en cuando y, quienes lo conocíamos bien, sabíamos en cada momento como se sentia, que queria decirte con tal gesto o tal mirada. La perdida fue dura e irreparable, nunca nadie llenará ese vacio que nos dejó él con su partida. El dia de su muerte yo no debí estar allí, en aquel oscuro y siniestro corredor de la muerte, pero fué tal vez el destino el que me hizo ir, aunque ni aun así llegué a tiempo de darle mi último beso en vida. Pero, ¿sabes qué? Le di un beso, pero no el último de los últimos, sinó el último beso material, en la mejilla, acompañado de un abrazo, un abrazo que me dejó sentir su fria piel y sus ojos cerrados sin ningún indicio de volver a mirarme a los mios, aunque sí con mi esperanza a flor de piel esperando a que lo hiciese..., que despertase de ese sueño que seria eterno. Ese beso no fué el último porque no pasa un día que no lo recuerde, que no le vea en mis pensamientos, y que le mande un beso allí donde este. La verdad es que cuando le recuerdo intento hacerlo en su estado natural, saludable, enérgico, vital, porque nunca antes le habia visto como aquel horrible dia, así de quieto, silencioso, ausente de cuerpo presente. Fué una sensación estraña de la que guardo imágenes que nunca desapareceran de mi mente, lo se.

A veces ser cenizas de todo lo vivido significa, en cierto modo, que lo hemos vivido y disfrutado, con buenos y malos momentos, pero vividos al fin y al cabo.

No te hundas en tus pensamientos y en tus recuerdos, solo recuerda que fue muy bonito compartir tantos momentos con esa persona.

Mil Besitos, Rebeca