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Dreamer, el secreto de vivir soñando...

Ruido de maletas...

Ruido de maletas...

Emprendo camino al aeropuerto con la impresión inequívoca de estar dejándome algo muy importante, aunque supongo que un corazón no se puede llevar siempre a cuestas, al menos no en su totalidad. Me he dejado un trozito en cada momento compartido. Y lo poco que aún me queda se va resquebrajando más a medida que me alejo.

Se acumulan maletas con cara de larga espera, tras unas lágrimas en silencio con sabor a amarga despedida, siento que sólo soy una sombra de lo que he sido durante todos estos días.

Me pregunto cuanto tarda en morir un corazón, cuando deja de sangrar, donde tiene el límite del desamparo, el instante en el que "explota" y decide regresar al lugar de dónde jamás debía haber salido.

Tantas personas alrededor, arrastrando maletas, recuerdos, sonrisas y alguna que otra lágrima. En El Prat, sentado bajo unas enormes plantas que en esos momentos me quitan parte de todo el aire que me gustaría respirar. Con las piernas encogidas, y una revista "poco" interesante, levanto la vista tratando de sentir por última vez mi casa.

Ya en los aires, emprendiendo el camino hacia el cielo veo el rótulo que me recuerda de dónde soy, Barcelona. Pero este cada vez es más pequeño y ya no habrá nada que me permita sentir vuestro tacto una vez más en los próximos tiempos.

Alli me encontraba, solo entre tres inmensos asientos que nadie ocupaba, no les fuese a contagiar mi tan evidente soledad. Miro al horizonte triste, sin palabras ni gestos. No encuentro mi propio reflejo y sólo hallo sombras y un corazón desamparado.

Una vez más cierro mi corazón con llave, tratando de que sus gritos no hagan más ruido del que sea capaz de soportar. Creo que uno nunca se acostumbra a decir adiós, aunque la sinfonía de un sueño que se escapa sigue sonando siempre igual de amarga.

Al mirar al cielo tinerfeño veo una estrella brillar, es la que resplandece con más fuerza. Una sonrisa muestra la primera mueca de expresión en mi cara después de un buen rato, y es que esa estrella, ese brillo me es familiar. En una ocasión lo ví en sus ojos, en una ocasión lo ví en los míos. Trataré de no olvidar ese reflejo esperando que algún día sea la miga de pan que me haga regresar a casa...

2 comentarios

Carlitos -

Gracias por tus palabras, en eso estamos, luchando con todas mis fuerzas sin encontrar más motivos que el de la experiencia laboral y la formación profesional. He dejado atrás una vez más amigos, familia, y otras muchas cosas que me dan felicidad. Estoy triste, es inevitable y no lo voy a esconder, pero hoy tengo claro qué camino debo seguir y esperando que tarde o temprano decida que mi ciclo aquí ha terminado, y que hay algo ahí que me espera. Espero que el tiempo no mate todo lo nacido, sinó que lo agrande para cuando vuele otra vez al nido del que salí.

Con respecto a ti, qué decirte que tú no sepas ya, que eres alguién sin duda especial y distinto, y así te miro y te siento yo de un tiempo a esta parte. Lo que hemos compartido (se repita o no), han sido momentos auténticos que me han otorgado una felicidad absoluta. He sentido una conexión contigo en cada momento que es difícil explicar con palabras, y mucho más entenderlo. Pero tú ya sabes de que te hablo.

Simplemente espero que nos quede mucho por vivir juntos, y que aprenda cada día a echarte un poco menos en falta, porqué te tengo en todos mis pensamientos.

Un beso mi princesa y gracias por ser tan especial...

Rebeca -

Tienes razón...uno nunca se acostumbra a decir adiós. Es algo que se nos hace cuesta arriba y más aún cuando piensas en lo mucho que has compartido con el que se marcha y abandona esos rincones pisados juntos o esos ratitos de compañia que no se podrían pagar ni con todo el oro del mundo.

Siendo sincera he de decir que nunca me habia visto envuelta en despedidas como las que he vivido contigo en los últimos meses... como mucho me había despedido de mi familia unos dias o de los amigos al irme de vacaciones, pero nunca para tanto tiempo, para una espera que tendrá su fin pero sin aun saber cuando. Aunque, ¿quién soy yo para quejarme?No debería, puesto que el afectado, el que se va, el que lo deja todo hasta la próxima partida, eres tú. Tu corazón se va habiendo dejado un pedacito en cada uno de los nuestros, embargando cada uno de nuestros pensamientos, reviviendo cada uno de nuestros momentos juntos que, por suerte, han sido muchos. Como agradecerte tu sinceridad, tu entrega total, tu carisma, tu espontaneidad, tu cariño, tu afecto... en fin, tu grandeza en general. Esa estrella que hizo que en tu rostro apareciese la primera mueca desde tu partida de Barcelona será la que no te abandone jamás, la que confie en ti en todo momento, la que te guie en tu camino, vayas donde vayas y, por supuesto, la que se asegure de que no te pierdas cuando decidas volver a casa.

Se fuerte, aprovecha tu oportunidad, sabes como hacerlo y lo harás, solo debes pensar que en nuestro corazón y en nuestra cabeza siempre te tendremos presente, por muchos dias que pasen, sean buenos o malos, de sol o nublados, cortos o largos... estarás en cada abrir y cerrar de ojos, porque tú nos haces sentir auténticos pues la autenticidad colma tu mirada.

Mil Besos, mi niño