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Dreamer, el secreto de vivir soñando...

Más que sonriendo, riendo...

Más que sonriendo, riendo...

Viendo unos videos de bromas hilarantes, me descubro, y lo peor, me sorprendo riendo a carcajadas, dejándome el alma en pro de la diversión. Y sin poder evitarlo me doy cuenta de que esa situación ya no es algo diario y cotidiano en mi vida.

Reir y reir hasta que sientes que las tripas se te salen por la boca, un leve dolor abdominal acompañado de una plenitud de espíritu que te hace elevar los pies del suelo, los sueños parecen más factibles, la vida cambia de color...Y es que reir es una de las cosas más saludables para el humano, y una de las mejores sensaciones de este mundo.

Reir es algo que con los años se pierde progresivmente, recorre un camino opuesto a la consciencia. Pero yo no creo que la consciencia y la risa sean incompatibles, solamente que con el tiempo olvidamos el valor de reir, y quizás deberíamos apuntarnos a algún cursillo que nos recuerde como se hacía...Nunca debemos dejar de sorprendernos por aquello que es gracioso, porque es un bien altamente escaso.

Según un estudio, los niños ríen más de 200 veces al día, los adultos unas 15. ¿Qué ha pasado con las 185 restantes? ¡¡¡Que gran pérdida!!!

Jamás perdamos la sonrisa, y en la medida de lo posible, la risa...

1 comentario

Rebeca -

Tienes toda la razón... nunca deberíamos dejar de sonreír y mucho menos dejar de reír, a carcajadas si es necesario, pues la liberación que sufre nuestro cuerpo al descargar toda esa energia es immensa y nos deja una sensación indescriptible: dolor de mandíbula, agujetas en los abdominales, lágrimas en los ojos, aceleración del pulso...quizás se podría parecer a ir al gimnasio, pero francamente este desgaste es mucho más recomfortante.

Yo me apunto a que todos olvidemos alquello que nos hace tener preocupaciones, a veces un tanto absurdas, y que nos dejemos llevar por las situaciones que vivimos en cada momento, que no nos de verguenza soltar una carcajada cuando sea necesario, que no pensemos en si estaremos exagerando o haciendo el ridículo por mostrarnos desnudos de timidez, que aprovechemos esos momentos, muchas veces escasos, para no pensar en nada más que en aquello que nos ha hecho sonreir o morirnos de la risa.

Contigo he vivido muchos momentos como el que describimos en estas líneas y espero seguir haciéndolo durante mucho tiempo más.

Gracias por complementarme hasta en estos ratitos.

Te Quiero, Rebeca