Con los pies en el aire...
Por un instante, sólo unos leves segundos volvimos al mundo de la infancia. Al mundo de Peter Pan. Ahí, casi sin darnos cuenta, vimos como en el brillo de nuestros ojos se reflejaba el niño que habíamos olvidado, y que dejándonos llevar por nuestra espontanea afinidad, lo habíamos redescubierto simplemente balanceándonos en ese columpio.
Con la sonrisa desenfadada de un niño y notándo el aire golpeándonos en el rostro sentimos la adrenalina rebosar nuestros sentidos, estábamos haciendo algo prohibido, espontáneo, sorpresivo.
Ahí estaban en mi mente, intocables, esos recuerdos de infancia, como si nunca hubiese olvidado que un día fui un niño. El "1, 2, 3, pica la pared", el escudo que revotaba cualquier insulto, la sirena del patio, el olor a bocadillo de nocilla, el ser elegido delegado, los caramelos, las mentiras, los amores platónicos...
Sin duda eramos muy felices, por eso creo que no deberíamos olvidar que una vez, no hace tanto tiempo, fuimos niños. Y que en alguna parte de entre nuestros ceños fruncidos, ese niño sigue existiendo y luchando por no morir. Descubrirlo es una sensación unica, y más cuando tienes el privilegio de redescrubrirlo de la mano de la niña más especial.
Un grito fuerte en pos de la inocencia perdida.
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Rebeca -