Un mundo de cajas...
Ahí estaba yo, en medio del show metido en una caja cerrada en la que apenas cabía. Ahí sentado, en la oscuridad, esperando mi momento noté como mi mente se transformaba.
Realmente me dió mucho que pensar, pues a pesar de la música que sentía a mi alrededor, de las risas, de los aplausos, mi mente se volvía oscura, empezaba a adaptarse a ese entorno, se volvía cerrada como esa caja.
En ese preciso instante fue cuando me percaté que realmente el mundo está lleno de cajas, de todos los tamaños y formas, y que nosotros nos adaptamos a ellas y en muchas ocasiones llegando a transformar nuestra personalidad. Nos adaptamos tanto para bien como para mal sin ni siquiera darnos cuenta.
Hay cajas de amor, amistad, ambición, envidia, alegría, sinceridad, timidez, sensibilidad. Hay cajas grandes y pequeñas, con agujeros, de formas variadas, de colores, cajas de luz que reflejan su brillo en tu mirada pero también cajas oscuras que vuelven cerrada tu mente impidiéndote escuchar la música que suena a tu alrededor.
En ocasiones es bueno que venga una mano amiga y abra esa caja, para que al menos puedas ver lo que hay en el exterior, y decidir entonces si te gusta la música, o prefieres volver a esa caja que se convirtió en tu mundo.
Hoy mi caja es atemporal, pero auténtica. Ilimitada, con mezcla de colores verde y negro (dependiendo del momento). Con un gran agujero por el que observo fielmente todo lo que pasa en el exterior, pero de momento me quedaré en esta caja. Sé que puedo agrandar el agujero y salir, pero de momento seguiré aquí dentro aprendiendo todo cuando pueda.
Y tú, ¿cómo es la caja en la que vives tú?
Creo que es el momento de planteárselo si no lo has hecho todavía...
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