Vuelta a la soledad, a la realidad, a los momentos de incertidumbres. Aunque bien cabe decirlo, esta vez con una sensación muy diferente.
Habeis tenido alguna vez la sensación de que un momento era perfecto...? Que nada podía mejorar ese instante? Que todo estaba conjuntado para que ese fuese un momento único e incomparable...?
Muchos interrogantes tras un momento de mucha felicidad.
Y es que tras vuestro paso por la isla me queda un sabor satisfecho, orgulloso. Me siento lleno, habeis estado unos pocos días pero han sido suficientes para creer que cualquier momento con vosotros, y especialmente contigo, merece la pena. Me queda sólo una palabra qué deciros, qué decirte, GRACIAS.
Realmente comienzo a plantearme si fui yo el que te encontré a ti o todo estaba escrito para que nos encontrásemos. Cierto es que cuando decidí hablarte aquel día, estaba seguro de dominar la situación, de ser yo el que decidía intentar entablar una conversación. Pero tras todo este tiempo y tras tantas vivencias y emociones, empiezo a dudar de ello...
Quizás estaba escrito que tú debías ir ese día al Bora, debía ser nuestro sino que mi amigo se te acercara (aunque aquí las probabilidades eran altas, jeje), y supongo que el destino fue el que cruzó nuestros caminos y nos hizo coincidir por casualidad en el messenger.
Todo formaba parte de dos vidas en una, de un camino dividido en dos para reencontrarse algún día, de dos personas viviendo y sintiendo lo mismo, pensando y viendo el mundo con ojos iguales, para chocar de repente y llevarse la sorpresa más agradable de la vida (por lo menos en mi caso).
Sin duda tú cambiaste mi vida, mi camino, mi sentido, mi destino...Llegaste y cambiaste todo con esa sonrisa dulce y esa mirada brillante...
Hoy quizás no sea el mismo, hoy gracias a ti quizás sea un poco mejor persona (por lo menos tú haces que quiera serlo), quizás mi vida tenga un poco más de sentido. Tú elevas todo a un nivel superior, un nivel más digno, elegante, un nivel donde todo parece tomar un color especial. Esa eres tú, y en eso transformaste mi vida el día que apareciste.
No sé que nombre debería ponerle a esto que tú despiertas en mí, y a eso que nos transmitimos cuando nuestros caminos andan más juntos que nunca. Pero lo único cierto es que me encantas, me encantas tú, tu forma de ver las cosas, tu forma de actuar, me gusta perder el tiempo cogido de tu mano, volar en un columpio, reirnos de cosas superfíciales y preocuparnos por las importantes, me gusta mirar el mundo a través de tus ojos dándole a cada momento el valor que merece, me gusta compartir contigo una manta, una cena, una buena película, me gusta simplemente mirarte, me gusta ser tu amigo y escucharte, que me escuches, que sientas que te siento, me gusta el sabor de tus labios acaramelados, observarte, aprender de ti, viajar lejos o viajar sin movernos (simplemente con la imaginación), me gusta que te guste saber de mí, que me aprecies, que me quieras, me gustas tú, sin duda...
Llámale como quieras, pero lo único cierto es que ahora, en este preciso instante, justo en este momento, cuando cada letra brota de lo más profundo de mi corazón, ahora y luego, quisiera tenerte ante mi mirada. Eso es lo único cierto...Quizás a ti también te suceda lo mismo...
Dicen que los semejantes se atraen, e aquí unas líneas que podrían ser la clave que explique el motivo por el cuál llegaste un día a mi vida sin avisar:
Limítate a ser quien eres: sereno, transparente y brillante. Cuando irradiamos lo que somos, cuando sólo hacemos lo que deseamos hacer, esto aparta automáticamente a quienes nada tienen que aprender de nosotros y atrae a quienes sí tienen algo que aprender y también algo que enseñarnos.
Gracias por formar parte de mi vida...Te quiero niña...